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El Milan de Sacchi y de...Berlusconi (1987-91)

A principios de los años 80 el Milan atravesaba por una grave crisis institucional y deportiva. El escándalo Totonero (trama de apuestas ilegales que implicó a jugadores, entrenadores y directivos del Calcio) explotó de lleno en el club rossonero. Su presidente, Felice Colombo y Albertosi, portero del club, fueron sancionados de por vida, mientras que el Milan fue castigado con el descenso a la Serie B.

Tras un año de transición el Milan retornó a la Serie A en la temporada 80-81. Parecía que el club regresaba donde debía pero en la 81-82 volvió a descender, esta vez por méritos propios. Un año después el Milan volvió a resurgir gracias a la aparición de jugadores como Tassotti o Evani, que comenzaban a escribir su historia en el club rossonero.

El nuevo presidente del Milan, Giuseppe Farina, se propuso devolver al club a lo más alto. El club consiguió volver a las competiciones europeas pero aún estaba lejos de la élite de equipos italianos que se disputaban los títulos nacionales. La inesperada eliminación en la Copa de la UEFA de 1985 ante el modesto Waregem belga supuso la dimisión de Farina.

El Milan de Sacchi



La revolución del cavalieri, Silvio Berlusconi


Tras el abandono de Farina (que continuaba siendo el máximo accionista del Milan) se hizo cargo del club Giovanni Nardi. No duraría mucho en el cargo tras ser acusado por impago de impuestos y fugarse a Sudáfrica para su entrada en prisión. El veterano Rosario Lo Verde se hizo cargo del club como solución de urgencia, mientras ya se hablaba del interés de Silvio Berlusconi en la compra del club.

Por entonces Berlusconi es conocido en el mundo de los negocios. A sus 50 años había construido una conocida ciudad residencial en la ciudad y había puesto en marcha una televisión privada que estaba revolucionando el país (Canale Cinque). Su estilo, opulente y exagerado, confrontaba con el sector más clásico de los milanistas, que por otro lado veían en "Sua Emmitenza" el salvador de un Milan en quiebra. El 24 de marzo de 1986 Silvio Berlusconi consigue convencer a Farina, que le vende el 51% de las acciones del club para convertirse en el nuevo presidente milanista. 

Comienza la era Sacchi


Berlusconi refuerza el equipo de cara a la temporada 86/87 con jóvenes jugadores que serían importantes en los años venideros (Massaro, Donadoni, Galli...). La temporada es irregular y el mítico sueco Nils Ledholm es sustituido por Fabio Capello mediada la temporada. El joven técnico italiano consigue acabar quinto y clasificar al Milan para la Copa de la UEFA.

En la 87-88 Berlusconi decide cambiar de entrenador y ficha del Parma a Arrigo Sacchi, verdugo del Milan en la Coppa de Italia un año antes. “Cuando entrenaba al Parma de la Serie B, jugamos tres veces con el Milan en Copa. Les ganamos dos veces seguidas en Milan. La primera vez Berlusconi me dijo que me seguiría, la segunda vez que quería hablar conmigo y la tercera vez me hizo una oferta”. Declaró el nuevo técnico rossonero.


Sacchi era una apuesta arriesgada aunque el presidente milanista consiguió rodearle de un equipo de estrellas. Berlusconi sacó la billetera e incorporó esa misma temporada a los holandeses Marco Van Basten y Ruud Gullit (vigente Balón de Oro en 1987).

Los innovadores métodos tácticos de Sacchi tardaron en dar resultados. De hecho el técnico estuvo en la picota tras caer eliminado en deicisiesavos de final de la UEFA ante el Espanyol de Clemente. Sus durísimos métodos de trabajo (con entrenamientos de hasta 7 horas diarias) provocaron el motín de las vacas sagradas del vestuario, que querían echar a Sacchi.

Berlusconi da una oportunidad a Sacchi y el Milan gana 4-1 ante el Nápoles de Maradona. Fue el inicio de una gran segunda vuelta en la que el Milan logra llegar líder a la última jornada tras vencer 2-3 ante los napolitanos en San Paolo. La victoria por 4-1 ante el Nápoles de Maradona fue el inicio de una gran segunda vuelta en la que consiguieron llegar lideres a la última jornada tras vencer 2-3 de nuevo ante los napolitanos en San Paolo. Aquel Milan ganó su undécimo Scudetto y se ganó el sobrenombre de Gli Immortali di Sacchi (los inmortales de Sacchi).

Reyes de Europa (1989-1990)

Tras el éxito nacional el Milan aparcó la competición doméstica. Berlusconi y Sacchi tenían como objetivo volver a reinar en el viejo continente. Para ello incorporan al otro internacional holandés, Frank Rijkaard. En su vuelta a la Copa de Europa los italianos se cruzaron con el Estrella Roja en octavos, al que solo pudieron superar en la tanda de penaltis. En cuartos consiguieron una discreta victoria ante el Werder Bremen para después machacar al Real Madrid en semifinales. La eliminatoria ante los blancos convirtió al equipo de Sacchi en un equipo de leyenda.

Pese a la clara superioridad del Milan en el Bernabéu, el Madrid ganaba con un gol de Hugo Sánchez. Pero un testarazo de Van Basten en el minuto 90 puso en ventaja a los italianos para la vuelta (1-1). En San Siro no hubo color. Ancelotti, Rijkaard, Gullit, Van Basten y Donadoni marcaron en un 5-0 histórico que aún duele en Concha Espina. 

Tras humillar al campeón español, el Milan volvió a dar un golpe de autoridad en la final de Barcelona. El Camp Nou se llenó de tifosis para ver la goleada de su equipo ante el Steagua de Bucarest (4-0). Dos goles de Gullit y dos de Van Basten devolvieron la gloria europea al Milan 20 años después.

La defensa adelantada, una táctica casi infalible

La temporada siguiente el Milan continuaba siendo una máquina. Los conceptos de Sacchi ya estaban interiorizados por un grupo que se conocía de memoria y que funcionaba como un reloj.  Sacchi vio en el offside de la época (más restrictivo que el actual) una aliado para su táctica defensiva.


Franco Baresi, líder y capitán de la zaga lombarda era el encargado de ordenar adelantar líneas al grito de "Milan". Cuando Maldini, Costacurta y Tassoti ejecutaban el mandato del "capitano" el poseedor del balón solo tenía dos opciones, pasar el balón hacia atrás o tratar de avanzar con una jugada individual. La estrategia defensiva de aquel Milan fue tan perfecta que la International Board tuvo que intervenir con la norma Anti-Milan (que permitía que un jugador en línea con la defensa no estuviese en fuera de juego).

Además, Arrigo Sacchi consiguió que un equipo lleno de estrellas trabajase en equipo. Van Basten y Gullit eran los primeros eslabones defensivos del equipo. Su pressing a la defensa rival se iba escalonando por líneas de forma casi perfecta, permitiendo multitud de recuperaciones en zonas comprometidas para el adversario. Sus métodos sentaron cátedra para futuros equipos legendarios como el Ajax de Van Gaal o el Barça de Guardiola.

Con esas armas el Milan volvió a triunfar en la temporada 1989-1990. Además de la Supercopa de Europa y la Copa Intercontineltal, los italianos volvieron a reeditar el título de Campeones de Europa. Esta vez fue Rijkaard el que dio la victoria a los milanistas en el Prater de Viena ante el Benfica para levantar la 4ª Copa de Europa de los rossoneri.

Apagón final en Marsella

La temporada 90-91 comenzó con dos nuevos triunfos Internacionales para el Milan. Otra Supercopa de Europa y otra Intercontinental para un equipo que de nuevo tenía las vista fijada en la Copa de Europa.

En cuartos de final y tras empatar en San Siro (1-1) el Milan viajaba con la necesidad de remontar en Marsella. El Olympique ganaba 1-0 en el minuto 87 cuando el Vélodrome sufrió un inesperado apagón. El árbitro mandó a los jugadores a los vestuarios hasta que se solucionase el problema. Mientras, Galliani (vicepresidente del Milan) ideó un plan para evitar la eliminación.


Tras varios minutos de espera, bajó al césped e indicó a sus jugadores que se marchasen del campo alegando que su seguridad estaba en entredicho. Una pataleta sin sentido buscando obtener fuera del campo lo que no habían conseguido obtener dentro de él.

Cuando se hizo la luz, el árbitro tuvo que señalar el final por la incomparecencia de los italianos. Las consecuencias fueron terribles ya que además de la eliminación, la UEFA sancionó al Milan con 1 años de sanción sin jugar competiciones europeas. La confirmación de la sentencia significó un palo deportivo y económico para el club.

La debacle europea vino acompañada por un segundo puesto en liga que terminó con el ciclo de Sacchi en el conjunto rossonero. El técnico firmó con  la selección transalpina cerrando una etapa gloriosa para la historia del club tras ganar 2 Copa de Europa, 2 Intercontinentales, 2 Supercopas de Europa, 1 Scudetto y una Supercopa de Italia.

Cuenta el propio Arrigo que un día Van Basten le preguntó porque a los demás equipos les bastaba con ganar y el Milan, además de hacerlo, debía jugar con grandeza. En 2007 cuando la revista World Soccer eligió al Milan de Sacchi como el mejor equipo de la historia Van Basten llamó a su antiguo entrenador para decirle "Míster, ya lo he entendido".

Gullit, Van Basten y Rijkaard. Los holandeses del Milan de Sacchi.

Gullit, Van Basten y Rijkaard. Los holandeses del Milan de Sacchi.


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